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diumenge, 12 de juny del 2016

Petros Márkaris (2015) Hasta aquí hemos llegado. Barcelona: Tusquets (Andanzas)

"Llamamos helenos no a los que pertenecen a nuestro linaje, sino a los que participaron de nuestra educación."

Isócrates (436 a.C.-338 a.C) Educador creador de una escuela que pretendia formar élites y recuperar el esplendor de la cultura griega

Esta cita inicial nos avisa de que la desidia educativa está como telón de fondo de una civilización a la deriva.

La sociedad griega se nos presenta sumida en el caos y, además, animalizada:

"El taxista piensa que somos peces en el fondo del mar, Stela que vivimos en la jungla y Guikas ha introducido las bestias salvajes. El Reino de Grecia se convirtió en República Griega y ahora se encamina hacia el reino Animal de Grecia." P. 26.

Por todo ello los autodenominados Griegos de los años cincuenta empiezan su particular revolución asesinando al director de una academia privada que ha convertido el arte y la pasión por educar y enseñar en un negocio sin alma.

Lo que ha encendido la mecha de la indignación en este grupo de conjurados que ha perpetrado una serie de asesinatos ha sido el suicidio de un desarraigado Makridis, medio alemán, que intentaba crear unos parques eólicos en su país de origen. Pero en Grecia, como en la España de Larra y en cierto grado en la actual, la ineficacia de la administración continúa llevando a la desesperación con el consabido sonsonete de "Vuelva usted mañana".



Al comisario Jaritos, para quien el diccionario es su Biblia,  sólo le queda el consuelo de acudir a él para reflexionar sobre la inoperancia de la administración y de la política a través de tres palabras: burocracia, obstrucción e ineptitud.



Parece que tanto el comisario como el autor comprenden la rabia y las razones de los Griegos de los años cincuenta que desean volver atrás para hacer bien las cosas y no caer en las trampas de la falta de estímulos para el estudio y el trabajo, del dinero fácil y de los diferentes niveles de corrupción.

El enaltecimiento de estos conjurados llega a su punto culminante al final cuando se confiesan todos a una autores colectivos de los asesinatos en serie. 

En fin: 
Todos a una como en Fuenteovejuna.








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