No me ha sorprendido que Almodovar eligiera el libro de Sigfrid Nunez para construir un particular testamento fílmico. No es solo la decisión del suicidio eutanásico de una corresponsal de guerra que encuentra en la amiga escritora la aliada para acompañarla en sus últimos días, tampoco la relación tormentosa entre la madre moribunda y la hija alejada de ella. Creo que el humor latente y las imágenes que surgen de la lectura tienen mucho que ver.
Ahora bien, Almodovar juega sus cartas y transforma una narración voluntariamente deshilvanada en una película de acción unitaria a costa de perder riqueza temática y, a la vez, transforma las imágenes que dan profundidad a la novela en potentes planos.
Así, el cuadro de la propietaria de la casa donde se refugian las dos amigas que preside el salón se transforma en el film en un cuadro de Hopper de dos mujeres tendidas en sendas tumbonas en una terraza. El ambiente de esta pintura será el de muchas de las escenas y la decoración de la casa se empapa de hopperismo —como buena parte de la producción del cineasta— hasta el punto que las dos tumbonas existirán realmente en la casa de diseño escenario principal del film.
Por otra parte, el final de Cúal es tu tormento aparece una ventana con todo su simbolismo de frontera y de despedida. Este apunte se convierte en leitmotiv de la película con unos planos que recrean ventanales espectaculares y que juegan con la luz y el color de este espacio inquietante del dentro y el fuera, del interior desnudo y la naturaleza exuberante, la muerte y la vida que sigue su curso. Aquí está lo mejor de la película.
Pero he dicho que este era un particular testamento fílmico de Almodovar porque a los temas que aparecen en la novela y que en el film sólo se esbozan o se transforman, se añade un toque de atención a la tradición literaria y cinematográfica al recrear en imágenes que buscan embelesar la caida de la nieve sobre vivos y muertos siguiendo la frase final del relato Los muertos del James Joyce que John Huston llevó a la pantalla como último legado.
«His soul swooned slowly as he heard the snow faintly trhrough the universe and faintly falling, like the descent of their last end, upon all the living and the dead.»