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dijous, 6 de setembre del 2018

Graham Swift (2003) La luz del día. Barcelona (Anagrama) Traducción Daniel Najmías



La fecha del 20 de noviembre condensa años de vidas entrecruzadas desde que el detective George Webb notó que algo le pasaba después contemplar cómo un retazo de sol iluminaba las rodillas indefensas de Sarah, una  clienta especial.

Y se convierte en inspector de destellos de luz, de olores de buena cocina, del tacto afelpado del Common Park de Wimbledon donde desde un banco de teca con los nombres de los donadores es más fácil recordar las historias de los muertos que han tejido su vida.

Y supervisa las flores, en el despacho, en los cubos metálicos cubiertos de sudor frío donde compra las rosas que esparcirá sobre la tumba que parece una porción de tarta de bodas en un día radiante y frío mientras: “el césped reluce, envuelto en telarañas de escarcha a punto de fundirse.” Porque George y Sarah tienen algo de vegetal son flores de noviembre, crisantemos.

Y observa la copa de vino blanco que se va vaciando y mide el tiempo como un reloj de arena. En este momento, George todavía no sabe que le tocará esperar 8 años para cerrar este caso que se ha convertido en el suyo y ¿quién sabe? logrará abrir una puerta a una vida nueva como la que tuvo Eugenia de Montijo tras la muerte de su esposo.

Tampoco intuye, al principio, qué significa que Sarah le contrate para que sea “sus ojos”, todavía no es evidente que ella se convertirá en la luz de los suyos y que, por esta razón, hará los deberes, se fijará en las palabras para captar el aura de la vida y  hacerla llegar a la cárcel oscura donde cada quince días entrega: “Un pedazo del mundo escrito en un pedacito de papel (…) el mundo cachito a cachito, como un preso va abriendo un boquete, piedra a piedra, hasta derribar un muro entero. “ P. 243.


Graham Swift
Así consigue sonrisas “como grietas de luz en la pared”, así va recordando y escribiendo en su libreta de policía literario; mientras fantasea con el día en que desaparezca la niebla, un día tan luminoso como aquel 20 de noviembre; cuando ella regrese a la “clara luz del día.”

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