Theo, narrador y protagonista, presiente en las campanas de
las iglesias "una nota sombría (...) una sensación de fatalidad propia de
un cuento de hadas." P. 1.
Las comparaciones con los cuentos fantásticos se repetirán,
como si el miedo infantil que estos relatos despiertan sea semejante al terror
que sufre el protagonista y que sólo un talismán puede conjurar. El talismán es el cuadro de Carell Fabritius, El jilguero. Esta pequeña maravilla le une al espíritu de su madre que era:
"elegante, briosa y brillante como un caballo de
carreras" y llevaba "el pelo recogido en una coleta a la altura de la
nuca como algún noble de La historia de
Genji.
Novela psicológica de la escritora japonesa Shikibu. Siglo XI |
Un ser principesco que desaparece trágicamente y le deja como
herencia la capacidad de captar y disfrutar de la belleza artística.
Pero hay otro pequeño talismán para ser reconocido, como en
los cuentos tradicionales. Se trata del anillo que le entrega el moribundo
abuelo de Pippa, que:
"tenía un extraño poder que me anclaba en mi estado a
la deriva y me aislaba del mundo que me rodeaba..." P. 95.
El anillo servirá de prenda para entrar en el lugar donde
todo "parecía ir bien" y que será su refugio.
"Paredes de color canela, gotas de lluvia en los
cristales de las ventanas, un vasto silencio y una sensación de profundidad y
distancia, como el barniz sobre el fondo de un cuadro del siglo XIX" P.
143.
La tienda de antigüedades de Hobie que será su hogar. Pero
para conseguirlo, tendrá que superar varias pruebas: dejar la neutra asepsia en
la que se deja mecer en casa de Andy que "era como un planeta sin
atmósfera", irse a vivir a California con su padre, bajar a los infiernos
con su amigo Boris y regresar en un viaje iniciático y fantasmal a Nueva York.
Todas las angustias y terrores se soportaban mejor con la
visión del cuadro:
"Lo saqué rápidamente del paquete y me vi envuelto en
su resplandor, algo casi musical, una dulzura interior que resultaba
inexplicable más allá de una profunda y vibrante armonía de la rectitud, del
mismo modo que el corazón te palpitaba lento y segura cuando estabas con
alguien con quien te sentías protegido y amado." P. 295.
Retorna a su hogar con Hobie, su mentor, restablece relaciones con la familia de Andy,
y vive unos precarios momentos de plenitud exultante que pronto se descubre que
están sustentados en arenas movedizas. Mientras, sueña con tener el cuadro a
buen recaudo y convertido en un avaro obsesionado fantasea: "con una
habitación escondida como la de Barba Azul con la temperatura controlada y
cerradura de combinación." P. 490.
Reaparece el genial Boris "el pillastre de Oliver
Twist" y todo su mundo vuelve a quebrarse, pero lo que parecía un caos se
convierte en orden y el bien sale por chiripa "por alguna puerta
trasera."
En un momento de desazón Theo intenta borrar una mancha
comprometida de su abrigo con una pastilla de jabón en vano "como el
criado impotente de un cuento de hadas condenado a llevar una tarea imposible
antes del amanecer o morir." P. 665.
Y así será, cuando el orden empieza a reinar, Theo o Potter,
como le llama Boris, expiará sus culpas limpiando lo que ensució, ordenando lo
que desordenó y dándose cuenta de que existen objetos mágicos:
"el cuadro es el secreto que hizo que me elevara por
encima de la superficie de la vida y que me permitió averiguar quién era
yo." P. 727.
También ha aprendido que todos los cuadros son un
autorretrato y escribe desde esta dignidad de quien, como El jilguero de Fabritius, se niega a desaparecer y se coloca a
cierta distancia de la realidad para observarla:
"Por eso he querido escribir estas páginas tal como las
he escrito. Porque sólo adentrándome en la zona intermedia, el borde polícromo
entre la verdad y la no verdad, es tolerable estar aquí y escribir esto."
P. 734.
Esto es lo que enseña el arte través del tiempo: "a
hablar con nosotros mismos, a salir de la desesperación entonando una
canción." P. 734.
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