Vuelvo a Mazzuco.
Vuelvo a la prosa que envuelve y arrastra de esta potente escritora italiana.
No se trata solo de la
historia de una nueva Eva, ni de una oda a una paternidad diferente que ha
surgido al contemplar el lienzo de San José con el niño Jesús de Herrera el
Viejo.
"Y fue por Herrera
el Viejo por lo que Christian y Giose llevaron más tarde a Eva a España (...)
tenían la intención de explicarle algún día que le verdadero lugar en el que
fue concebida era el Museo de Bellas Artes de Budapest, y el pintor andaluz, la
causa eficiente de todo."
Se trata también de una
lúcida reflexión sobre la flexibilidad del tiempo, la relatividad de los
calendarios y de todas las convenciones que rigen nuestra vida.
Somos cazadores de
sombras, como los antiguos que se regían por las sombras de los relojes de sol.
Por esto, Giose llevará a Christian a visitar el reloj de sol de Francesco
Bianchini en la Iglesia de Santa Maria degli Angeli de Roma y, a su vez,
Christian se lo mostrará a Eva y le relatará su experiencia:
"Nos quedamos aquí,
donde estamos tú y yo ahora, y esperamos a que el rayo de sol penetrara por el
gnomon y dibujara la elipsis sobre la línea meridiano (...) una figura
geométrica perfecta, pero intangible, inmaterial, y que se movía como si
alguien estuviera escribiendo con un lápiz de luz, y en ese momento me emocioné
como nunc me había sucedido, y luego nos quedamos no sé cuánto tiempo mirando
la luz que se deslizaba sobre el suelo. Los minutos pasaban, pero el tiempo ya
no era lo mismo para nosotros. Nunca más volvería a ser el mismo."
A partir de entonces las
horas serán desiguales.
La reflexión no mata la
literatura, la enriquece y le da profundidad. Mazzucco sabe crear tensión, dar
ritmo a la acción y seducir al lector con:
"un
flujo continuo que recuerda la corriente de un río."
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada