Sugerir y desvelar, sorprender sin engañar, tener los pies en el suelo y en los cuentos tradicionales, ilusión y realidad: caras de una misma moneda. Todo esto y más son los cuentos de Cristina Fernández Cubas.
Las pescadillas que se muerden la cola son como
Nona que “se enrosca como un dragón protegiendo su secreto” que no es otro que
el de la narradora.
Alicia cae al país de los horrores y se
convierte en una muñeca en manos de un Barba Azul.
Una niña se identifica con la figura enigmática
de una pintura y aflora un misterio quizás terrible. Ante la imposibilidad de
actuar sólo queda escribir un cuento.
La Reina de las Nieves se trasmuta en “Barbro,
ojos del Norte”, madrastra que hiela todo lo que toca con sus hilos de araña.
Sólo queda el consuelo de la venganza póstuma de las desheredadas del Sur.
Emprender una nueva vida puede ser aprender a
viajar atrás en el tiempo, saber respetar lo que fuimos y regresar.
Y, por último, el regalo de una llave secreta
para entrar en el mundo que desees, sea el de los Wasi-Wano o los mundos
sutiles “ingrávidos y gentiles/ como pompas de jabón” de los que nos habla
Antonio Machado y que Fernández Cubas transforma en fantástica y espléndida literatura.
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