Se necesita toda una
vida de fértil dedicación, lucidez y valentía para hacer una propuesta de cómo
poner orden y concierto en el tratamiento que dan los diccionarios monolingües
a palabras del tipo de: sorpresa,
emoción, gratitud, entusiasmo, disposición, misericordia, perplejidad o paz.
Estos sustantivos abstractos son nada más y nada menos:
“palabras que nuestra
especie necesita para inventarse la vida, para acompañar y dar orientación a la
vida, para otorgar estatus de realidad a esta vida.” (P. 12)
No intentaré resumir
la propuesta de las plantillas que podrían usarse para sistematizar y mejorar
la calidad de uso de los diccionarios que la flamante y muy digna ocupante de
la silla s nos hace con sabia
prudencia.
Sólo voy, como es mi
mester en estas páginas virtuales, a rastrear las metáforas que jalonan el
magnífico texto de la doctora Battaner que sabe muy bien lo escurridizos que
son estos términos:
“La palabra paz podría recibir todos los hiperónimos
recogidos en un diccionario para reflejar las muchas irisaciones que toma en su actualización en el discurso” (P.77)
Esas voces que nos
ayudan a guiarnos tienen matices tornasolados, presentan muchas facetas, tienen
un significado “opalino”. La magia
del ópalo que cambia de color con la luz me recuerda aquel aforismo medieval:
Las piedras y las hierbas tienen virtudes, pero más tienen
las palabras.
Por ello son
escurridizas, necesarias y atractivas, por esto, Paz Battaner las viene:
“acechando desde la semántica,
la gramática y la lexicología, aunque el significado se me disuelve en el sentido.” (P. 99)
Para conseguir
atrapar este significado muchos especialistas han decidido acudir a metáforas
conceptuales, ya plenamente aceptadas en el sentido específico
correspondiente a la disciplina, como: marco,
esquema, fondo o dominio.
En otras ocasiones
están en proceso de lexicalización como cuando Goddar y Wierzbicka hablan del
término defenestración en su paso del
sentido recto al figurado como “experiencias
preempaquetadas” de fácil reutilización. O cuando se sugiere que los
diccionarios tiene que “arañar leves
matices de significados” o cuando se habla de “explotación
de la palabra” para explicar su uso estilístico o creativo.
Sabido es que, como
decía Ortega y Gasset, la metáfora es una herramienta, una caña de pescar para
atrapar el conocimiento.
Pero volvamos a las
imágenes a las que recurre la Excma. Sra. Battaner, principalmente las que le
sirven para estructurar su valiente discurso hacia los pozos sin fondo, por caminos
que se bifurcan y que vuelven a encontrarse, que bajan y suben hasta la “cima
de la torre” que necesita del refuerzo de la semántica y de la sintaxis para hacer más sólido el irisado significado:
“Las relaciones
semánticas y sintácticas hacen más estable, refuerzan la cima de la torre, impiden que se desmorone tan rápidamente como habíamos visto al intentar entrar
en la definición de emoción con que
habíamos comenzado.” P. 100
Me viene a la
imaginación un bien construido castillo de naipes, etéreo y sutil. Cada palabra
es una carta de valores cambiantes según el contexto, el juego y la variopinta
sociedad que juega. Para captar el valor de cada pieza se debe ser sagaz y para
colocar cada una de la mejor manera, muy hábil.
Sabemos que en algún momento caerá el castillo de naipes, como se
derriban múltiples usos sociales, pero mientras tanto hay que jugar en serio,
atrapados por el reto sintiendo:
“…el secreto o
misterio que hoy todavía encierra la lengua y que me atrae con fuerza.” (P.123)
La metáfora que más
me cautiva es la que toma como fuente al mítico Proteo de las mil caras.
Los sustantivos abstractos son como él, protéicos:
“… ofrecen aportaciones
semánticas insaciables, resultan ser
una inagotable fuente de recursos léxicos, de manera que, cuando se quiere
llegar a describirlos se muestran con una profundidad sin fin: la inagotable
realidad inventada. “
Los versos de Borges
sobre Proteo nos indican que hemos llegado al fondo sin fondo del pozo: a la
palabra poética.
Urgido por las gentes asumía
La forma de un león o de una hoguera
O de árbol que da sombra a la ribera
O de agua que en el agua se perdía.
Y remata la académica
Battaner:
“En los pozos sin
fondo, también el agua se pierde entre más agua.” P. 119.
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