TOTES LES ENTRADES

dimecres, 26 de setembre del 2018

Almudena Grandes ( 2017) Los pacientes del doctor García. Barcelona: Tusquets



Una de espías, pero de espías de carne y hueso, de personas como tú y como yo que un día deciden cruzar al lado oscuro, porque no hay otra opción decente. Es lo que hace el médico protagonista que aunque se convierte en un perdedor, nunca será un derrotado.

La prosa de Almudena Grandes humaniza a sus personajes y los convierte en los verdaderos hacederos de la historia. Destacan, claro está los republicanos que conservan sus ideales durante la dictadura y que no ser resignan a dejar de luchar, pero dibuja todas las contradicciones de vencedores y vencidos.

El doctor García es uno de estos héroes anónimos: crea un hospital de sangre, cura procesos infecciosos, extrae tumores infiltrados, después sutura y, aunque las cicatrices duelan con los cambios de tiempo, ve perpetuada su lucha.

Este conjunto de metáforas son las que nombran las cinco partes de la novela ( "I Hospital de sangre", II Procesos infecciosos,  III Tumores infiltrados, IV Puntos de sutura y V Las cicatrices duelen con los cambios de tiempo )y nos guían a través de heridas todavía abiertas.

Almudena Grandes "nos consuela y cura" en palabras prestadas de Luis Cernuda que encabeza estos Episodios de una Guerra interminable. Lo hace dando vida a este doctor y llamándolo precisamente García, el apellido más común en España.

Sólo me detendré en algunos fragmentos que muestran cómo la pluma de la autora es un estilete que disecciona los sentimientos. 

Así la ira se convierte en un "punto de luz blanca entre las cejas" P 37.

La joven Agueta embutida en su uniforme de niña de las juventudes hitlerianas que le viene pequeño en una especie de "ángel que hubiera descendido directamente de su nube hasta un burdel" P. 313.

El subidón de incorporarse a una aventura patriótica peligrosa se contempla como "esa euforia puntiaguda, efervescente, que otorgaba una placentera relevancia a cada centímetro de su piel y le obligaba a sonreír sin proponérselo. P. 353

Y la bailadora de tango, empoderada por la música, se sirve del compañero de baile como de "un poste de madera":

"... él hacía su papel con destreza y sin pasión , prestándole su cuerpo para que ella brillara como una estrella oscura, adornándose con los ojos de quienes la miraban como si fueran un trofeo desdeñable, digno del desprecio que mostraba hacia ellos, hacia todo lo que no fuera el ritmo de su cuerpo en movimiento" P. 623

Las imágenes no son meros adornos están ancladas en su prosa, son parte de la encarnadura narrativa y, como nos tiene acostumbrados, brillan especialmente en las escenas eróticas que se convierten en recreaciones de sensaciones:

" La sensación de plenitud que se irradiaba desde mi sexo hasta la partícula más pequeña del aire que respiraba me impedía pensar, comparar, resistirme a la marea de espuma sonrosada y dulce, como un mar de vainilla, donde me mecía como un leño que florara a la deriva en una tempestad sobre la que no poseía control alguno, un náufrago que en su repentina fragilidad se sintiera más poderoso, más consciente y seguro, más vivo que cuando miraba al horizonte desde la sólida cubierta de su barco." P. 594.


Que por muchos años y muchos libros continuemos gozando con la lectura de la prosa apasionante y apasionada de Almudena Grandes.



dimecres, 12 de setembre del 2018

Manuel de Pedrolo (2018) Infant dels grans. Barcelona: Comanegra. Pròleg i transcripció d’Anna Moreno-Bedmar




Gairebé tothom ha escoltat la narració de com ha arribat al món i de les seves gràcies i desgràcies infantils. Acostumem a repetir les mateixes històries lligades a les primeres passes o mots, perquè ens sembla que la personalitat es comença a dibuixar en les anècdotes que el record ha conservat i transformat.

Quan algú que escriu es troba a primera fila de l’espectacle de néixer i créixer s’entén que ho vulgui posar negre sobre blanc i encara més si aquest escriptor és Manuel de Pedrolo que transforma tot el que té al voltant en escriptura. Ell aconseguirà superar la narració anecdòtica i construir una “autoficció” , com diu encertadament la prologuista Anna Moreno, literària.

M’he identificat en el relat per partida doble. Per una banda, com a nena nascuda el 1952 que, també, passejava, els estius, per una carretera lleidatana plena de pols al poble del meu pare, al sud de Tàrrega. Reconec els camps secs, les hortes, el soroll de les peülles dels cavalls, els carros tornant al poble tots els capvespres i també el dolor i l’amor per aquella terra aspra.


La Segarra des de Concabella
“quelcom d’obscur l’unia a aquesta terra ingrata i d’aquesta terra potser nodriria marcant per aquests estius, aquell calfred de sol i ombra, aquell sentit adust de l’existència.” P. 80.

Per altra banda, connecto amb l’escriptor que busca imatges per explicar i explicar-se el miracle del naixement i creixença de la filla: que passa de ser “un verm” a “una joguina posada en marxa i de estar tant contenta que “sembla que remeni la cua” a tenir “quelcom de dijous, ja que és el centre inexpressat de la casa”.

Però no només són les imatges, Infant dels grans explora el neguit del pare pel futur de la filla i per l’atzar de l’existència,  en coherència amb la seva producció poètica i narrativa.

“S’angoixa l’home per tot aquest treball que es fa amb ajuda d’hores. Créixer, pensar... De sobte, tot això li sobra. Perquè tot això, entre altres coses, significa arrelar.” P. 117.

I per fer-ho cal mirar enrere. 

Dues imatges s’utilitzen com a leitmotiv per evocar la infantesa dels progenitors. El pare fa servir el caminar rítmic dels cavalls que sonen tic-toc com un rellotge per il·lustrar la seva angoixa existencial ja intuïda a la infantesa:

“Les hores passaven i el cor de l’infant adormit (...) encara hi havia, confós amb el seu glatir, la presència esgarrifosa, però ell ho ignorava, d’aquell tic-toc.” P. 94.

En canvi, el món de la mare és de suburbi ciutadà i la imatge que s’utilitza és la de les escales que la tenien presonera en un petit pis:

“la mare es movia pel pis, callada, i durant hores s’hauria dit que no l’habitava ningú, tan espessa podia ser la quietud. S’endinsava pel cor de l’infant com una amenaça.” P. 134.

La mare canta per fugir del silenci i el pare escolta les veus que expliquen històries les nius d’estiu:

“Eren veus lentes, acostumades a aquella lentitud de la terra, de les plantes, de la germinació que es fa esperar a través de tot l’hivern. Era bell sentir parlar així.” P. 91.

Trobo el ressò d’aquestes veus a Infant dels grans.

És bell de llegir.




dijous, 6 de setembre del 2018

Graham Swift (2003) La luz del día. Barcelona (Anagrama) Traducción Daniel Najmías



La fecha del 20 de noviembre condensa años de vidas entrecruzadas desde que el detective George Webb notó que algo le pasaba después contemplar cómo un retazo de sol iluminaba las rodillas indefensas de Sarah, una  clienta especial.

Y se convierte en inspector de destellos de luz, de olores de buena cocina, del tacto afelpado del Common Park de Wimbledon donde desde un banco de teca con los nombres de los donadores es más fácil recordar las historias de los muertos que han tejido su vida.

Y supervisa las flores, en el despacho, en los cubos metálicos cubiertos de sudor frío donde compra las rosas que esparcirá sobre la tumba que parece una porción de tarta de bodas en un día radiante y frío mientras: “el césped reluce, envuelto en telarañas de escarcha a punto de fundirse.” Porque George y Sarah tienen algo de vegetal son flores de noviembre, crisantemos.

Y observa la copa de vino blanco que se va vaciando y mide el tiempo como un reloj de arena. En este momento, George todavía no sabe que le tocará esperar 8 años para cerrar este caso que se ha convertido en el suyo y ¿quién sabe? logrará abrir una puerta a una vida nueva como la que tuvo Eugenia de Montijo tras la muerte de su esposo.

Tampoco intuye, al principio, qué significa que Sarah le contrate para que sea “sus ojos”, todavía no es evidente que ella se convertirá en la luz de los suyos y que, por esta razón, hará los deberes, se fijará en las palabras para captar el aura de la vida y  hacerla llegar a la cárcel oscura donde cada quince días entrega: “Un pedazo del mundo escrito en un pedacito de papel (…) el mundo cachito a cachito, como un preso va abriendo un boquete, piedra a piedra, hasta derribar un muro entero. “ P. 243.


Graham Swift
Así consigue sonrisas “como grietas de luz en la pared”, así va recordando y escribiendo en su libreta de policía literario; mientras fantasea con el día en que desaparezca la niebla, un día tan luminoso como aquel 20 de noviembre; cuando ella regrese a la “clara luz del día.”