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dijous, 20 d’octubre del 2022

Ana de Miguel (2021) Ética para Celia. Barcelona: Penguin Random House


Un libro dirigido a una joven que es imprescindible para todos los públicos. 

Se engarza en la tradición filosófica que se inició en el siglo IV a C con la obra aristotélica de Ética para Nicómaco que tantos frutos ha dado aunque siempre ha estado dirigida a varones. Ya iba siendo hora que le tocara a una Celia que entronca con la tradición feminista republicana. 

Dirigirse a una hija aporta un tono directo y personal  ya que todas y todos somos Celia y nos sentimos apelados por una cuestión que nos atañe:

 «Los límites que té vas a poner en esta tarea de dar sentido a tu vida o de buscar tu felicidad.» 

Ana de Miguel saca el polvo machista a los filósofos sin dejar de poner en valor su legado y resalta dos de las trampas en las que ha sucumbido la filosofía: la doble verdad y el olvido de la necesidad de cuidado que tiene la especie humana. 

La doble verdad ha permitido que se fijaran distintos objetivos y medios para hombres y para mujeres encerradas en el hogar o en el prostíbulo que han sido y son esclavizadas, muchas veces abducidas para consentir la guerra u opresión más larga de la historia. El sentido de la vida de las mujeres venía y, todavía viene, marcado por la imposición o porque este dominio ha dejado su huella: 

«¿Crees razonablemente que miles de años de sujeción y sometimiento no dejan una huella fuerte en nuestras actitudes y nuestras creencias más básicas?» 

Por otra parte, aquí se pone en evidencia que el trabajo basado en el cuidado, no se ha reconocido, porque la familia ha sido la gran olvidada de una ética para varones que ya tenían solucionadas la crianza de los hijos, el mantenimiento del hogar y sus propias necesidades básicas por la mujer que tenían en casa. Esta falta de reconocimiento también ha dejado huella y hoy se aplica a otros ámbitos en los que tenemos que demostrar siempre un plus de efectividad o de conocimiento. Y eso que las mujeres del primer mundo somos afortunadas porque recogemos los frutos de lo que han sembrado luchadoras anteriores, lo cual no significa que hayamos alcanzado la igualdad de oportunidades y el fin de la doble verdad que cada vez adopta nuevas formas. Por ejemplo, es interesante la aproximación a la sexualización temprana de las niñas y a la tendencia a considerar como libertad la facilidad para convertirse en objetos sexuales. 

El tono del libro facilita la complicidad. Colaboran a ello las alusiones míticas, literarias y fílmicas que nos arraigan como especie simbólica y nos hacen sonreír como en la evocación de unos versos de Quevedo o en una fase de una película: 

 ««Venimos a gastarnos una cantidad indecente de dinero ¡en ropa!» Menuda metáfora del patriarcado neoliberal y capitalista: él rico y ella pobre, joven y dispuesta a vender su cuerpo. La película trata del «estar juntos para mostrar lo bien que se puede vivir con tanto dinero» (…). Sí, Celia, es 
Pretty Woman.» 

La frase que cierra el libro también proviene del cine y manifiesta el relevo generacional que Celia representa: 

«Creo que ya estamos listas»

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