Las pinturas de Velázquez y de Tiziano están utilizadas como contrapunto de estados anímicos o situaciones vitales con las que se encuentran paralelismos. Veámoslo.
“Velázquez (...) se retrató (...)
representando a su propio personaje en Las
Meninas. En esta última obra luce ya la cruz de la Orden de Santiago que lo
acredita como gentilhombre, pero su
imagen es también la del hombre cansado
que ha visto realizado su sueño tras una vida de afanes y renuncias y se
pregunta si valió la pena. Hoy Edwin Garrigaw se hace la misma pregunta.”
P. 149.
–Éste es el problema endémico de los españoles (…) Tenéis intuición pero
carecéis de metodología. Hasta Velázquez cojeaba de este pie. ¿Puedes creer
que con toda su formación técnica (…) nunca llegó a dominar las leyes
elementales de la perspectiva? P. 252
“Los enanos no contestan. Miran hacia
delante, pero no al espectador, sino a otra cosa, seguramente al propio
Velázquez que los está pintando, quizás al infinito. Esta indiferencia no
sorprende a Anthony, que no esperaba más. Para
él los enanos representan al pueblo de Madrid, compañeros mudos en un viaje al
abismo.” P. 261.
“–¿Cree usted que la Venus le trajo mal
fario?
–Creo que después de pintar ese cuadro o
mientras lo pintaba, Velázquez atravesó
una tremenda crisis personal de la que nunca llegó a reponerse, y que la causa
real de la crisis está en el cuadro. Llevo años discutiendo este punto con
un experto inglés. (…) A él no le gustan las mujeres, y quizá por este motivo…
En fin dejemos eso. Ahora importan los
problemas personales de Velázquez, no los míos.
–A
lo mejor coinciden –dijo
Paquita. “ P. 191.
“… los ojos del fugitivo tropezaron con La muerte de Acteón. Siempre le había
inquietado aquella pintura y en las circunstancias presentes su visión le
conturbó doblemente. (…) la imagen del
arrogante cazador condenado a una muerte cruel, destrozado por los perros, sólo
por haber gozado sin querer del contacto fugaz con una diosa asequible pero
inmisericorde, tenía mucho en común con su propia experiencia. (…) Quizá
también el sublime pintor veneciano había tenido un encuentro sin perdón y
había recibido la flecha inexorable, pensaba Anthony.“ P. 306-307.
“–Muchos
piensan que estamos justamente en esta situación. La falta irreparable ya ha
sido cometida, la flecha dejó atrás el arco; sólo nos queda esperar a que
nuestros propios perros nos hagan pedazos.” P. 337.
Esta situación es el preludio de la Guerra Civil y toda la novela se puede leer como un viaje artístico en medio de una realidad conflictiva.
Eduardo Mendoza (2010) Riña de gatos. Barcelona: Planeta.
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