...para los catalanes España solo designaba el palo del gallinero.
Una palabra se
oculta tras otras muchas: el secreto que el narrador
decide no revelar hasta el final. Y, por esa palabra, he terminado de leer la
novela. No la escribiré, no romperé el frágil hechizo, sólo citaré las
metáforas con las que se intenta explicar lo inexplicable, lo que no cabe en un
sólo término:
" Somos hojarascas que perduran. Estrellas que estallan, leyendas
dilapidadas. Verdades sin más recompensa que la lucidez misma. Olor a mierda caliente recorriendo calzones
en formación. Catalejos ciegos, periscopios inanes, y lamentos. Embudos
amorosos, ese niño que ríe a nuestra proa, como los delfines. El otro lado del
río. Admitir que nuestros ojos
siempre verán el paisaje por el cerrojo de la mazmorra, saber que las espigas
caen sin quejarse..." P. 591.
Sánchez Piñol pone
en boca del narrador Martí Zuviría imágenes para describir a los personajes de
forma expresionista, a menudo provocadora, buscando los contrastes:
"... tu eres más culona que una abeja, y ella tenía
un talle de palmo y medio. Tú andas cargada de hombros como una mula; ella se desplazaba con la seguridad de
algunas mujeres escogidas que, nobles o no, se saben capaces de aplastar imperios con el zapato. Tus cabellos siempre parece que acabaras de empaparlos en un
barril lleno de grasa, mientras que los suyos eran finos y largos hasta los
hombros, de un color rojo sandía. No
te he visto las tetas, ni ganas que tengo, pero seguro que te cuelgan como un par de berenjenas. Las suyas
encajaban perfectamente en una copa. No digo que fuese perfecta. Su mandíbula
inferior, enérgica y angulosa, le otorgaba demasiada personalidad para tratarse
de una mujer. Pero puestos a pecar, que sea por exceso: a ti te robaron el mentón, lo que te
convierte en un modelo perfecto de
cretinismo facial." P. 20.
Las metáforas con
las que describe los ejércitos y batallas son más tópicas: termitas, robles, sarmientos,
serpientes...
Más interesantes son
las que expresan ideas abstractas que están en la base de lo que podríamos
denominar las dos tesis de la obra: la incomprensión histórica entre Cataluña y
Castilla y la falta de visión política de los dirigentes catalanes.
"Para los
catalanes, España solo era el nombre que se otorgaba a una confederación libre
de naciones; los castellanos, en cambio, en la palabra España veían una
prolongación imperial del brazo de
Castilla. O dicho de otra manera: para los castellanos España era el gallinero y Castilla su gallo; para los catalanes España
solo designaba el palo del gallinero." P. 129.
"Nuestras
clases dirigentes, en particular, eran el colmo de la indecisión crónica,
siempre a medio camino entre el servilismo y la resistencia. Ya lo dijo Séneca:
si un marino no sabe a qué puerto se
dirige, ningún viento le será favorable." P. 130.
Los paralelismos con
la actualidad son evidentes y la polémica está servida.
No dudo de la veraz
documentación que sustenta la parte histórica y que corrobora con creces las
ideas expuestas, pero ello no ha sido suficiente para que disfrutara de la
novela. Me he hartado del narrador protagonista siempre en el ojo del huracán
para que la acción no desfallezca, quizás se deba a mi nulo ardor guerrero o a
que, cada vez me cuesta más, leer prosa con poca música y una sintaxis, a
veces, demasiado telegráfica.
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