Sólo me detendré en un par de situaciones-imágenes de alto
contenido simbólico: la secuencia que plasma cómo se deslizan por la
barandilla de una escalera Eva y su esposo Perón y la que presenta la confesión
de Carmen Polo de Franco.
La "carrera de baranda" aparece al final de la
escena del matrimonio Perón y contrasta con la
anterior en la que Franco duerme después de comer y de firmar sentencias de
muerte.
Ver deslizarse por una magnífica barandilla al presidente
Perón y a su esposa podría ser histriónico, pero aquí se convierte en una
expresión de libertad vital frente a la angustia del viaje, en un eufemismo
simbólico. Cuando se produce la despedida pública de la pareja presidencial en
la Casa Rosada, en el fondo vuelve a aparecer la escalera como testigo de su gozosa
intimidad.
Inmediatamente nos trasladamos a España y contemplamos la
confesión de Carmen Polo. Su manera de liberarse de la tensión es sombría y expresa la represión que se
impone e impone, la ironía es que Agustí Villaronga realiza el papel del
confesor al que, seguidamente, Franco ordena que calme a su esposa.
Las imágenes que quedan en la retina del espectador despiertan
sensaciones antitéticas: de intimidad, juego, vitalidad y placer frente a acto
litúrgico, seriedad, rigidez y culpa.
Como en muchas obras maestras, ciertas metáforas logran
captar rasgos esenciales, a pesar de que podrían considerarse anecdóticas o
periféricas.
Dejo para otra ocasión el tema del cine y de
los espejos.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada