Los libros siempre han sido mi mejor juguete y con esta colección de artículos de ética y estética he jugado a regresar a la Facultad de Filología de la UAB de la década de los 70.
Han vuelto a mi memoria las clases de Sergi Beser, Jordi Castellanos, Joaquim Moles, Arnau Puig, Juan Manuel y Alberto Blecua, Francisco Rico, Carme Riera, José Carlos Mainer, Joan Albert Argente, Aurora Egido, Enric Sullà y Antoni Marí.
Allí se despertó mi interés por los aspectos
teóricos de los libros que devoraba. Allí el manual de teoría literaria de
Wellek y Warren convivía con Dinámica de
la poesía de J. Ferrater, Jackobson y los formalistas rusos se alternaban
con Ortega y Gasset. Allí leí La
deshumanización del arte con sus metáforas: vigorosas, lúcidas y, si te
descuidas, tramposas, porque "las imágenes nunca son neutras".
De acuerdo con el maestro Salvador Oliva, distanciarse de la obra de arte no
significa deshumanizar y es un placer "revolcarse" en la realidad y,
a la vez, gozar de la forma cómo se plasma la ficción. La forma y el fondo se
funden en la obra de arte.
En aquellas aulas, pasillos y bares, aprendí a romper
dicotomías, a ser sensible a la belleza estética y a gozar del placer del
conocimiento.
Para terminar, una muestra de cómo esta lectura
ha despertado mis recuerdos.
Leo:
"...los únicos que pueden creer que la
finalidad de la literatura es la de comunicar ideas son aquellos que, como
decía Galileo, "non hanno mai saputo
eramente come è fatto el sapere" es decir: los que nunca han tenido
ideas, los tartamudos intelectuales." P. 32.
Revivo la siguiente situación:
Un grupo de estudiantes estamos frente al
Monasterio de Sant Cugat. Nos pasamos esta imagen de una escultura de Brancusi
en el libro de Gillo Dorfles: Últimas
tendencias del arte de hoy, recomendado Arnau Puig.
En el pie de la foto el autor sentencia: No significa nada pero comunica mucho.
Las risas se oyen en toda la plaza Octavia y,
desde entonces, esta frase queda como una muletilla para burlarse de las "tartamudeces intelectuales".