Mitos, símbolos y
metáforas son el sustrato que nutre una trama que enlaza presente y pasado en
una serie de asesinatos dobles.
Todo parece ser par
como en la decoración del piso de Ignacio, el detective que detuvo por
asesinato a su gemelo, Tasio.
“Todos los cuadros
pertenecen a series de dos. Como si fuera la mitad de un todo y estuviera
esperando a que su gemelo volviera para ocupar la parte del espacio que le
pertenecía.” P. 87.
Pero, cuidado, se
dice que no hay dos sin tres y la simetría de parejas se rompe de forma, por
decirlo suavemente, inesperada.
El modus operandi de los crímenes es
simbólico: el tejo, el venenoso y curativo árbol de la muerte y las abejas
también con su ambivalencia de símbolo de anuncio de la muerte y de
resurrección del alma.
Los crímenes tienen
una escenografía en la que se reflejan también mitos, como el de Ochate;
símbolos como los eguzkilores y metáforas como el bajorelieve de la pareja de
San Vicentejo que parece reposar en actitud cariñosa.
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De hecho, los
espacios: monumento y paisajes son, casi siempre, reflejo de la historia y de
la intrahistoria de la ciudad blanca , Vitoria, y de la tierra alavesa que se
encarna en la figura del abuelo.
Vitoria es un
microcosmos endogámico del que las “manadas” de jóvenes no quieren salir, como
si estuvieran encerrados en un rico panal: buen caldo de cultivo de este drama.
En esta ciudad blanca,
donde las piedras hablan en silencio, encontramos personajes cuyas vidas rozan
el abismo. Dos de ellos serán la pareja de inspectores Unai y Estíbaliz. Muchos
de los nombres de estos sufridos personajes son simbólicos como el de
Alba-Blanca Salvatierra la subcomisaria y el inspector Unai Ayala que recibe el
apodo de Kraken, el gran calamar abisal fuerte y poderoso. Fortaleza necesita
para descubrir al asesino al precio de descender a los infiernos.
En la naturaleza se
encuentra la raíz de la vida auténtica que representa el abuelo sabio de parcas
palabras y de acciones decisivas. Allí en el campo es donde las energías se
recupera y el contacto con la naturaleza engendra la solución del caso.
Aunque se esboza el
motivo de “menosprecio de corte y alabanza de aldea”, la protagonista sigue
siendo la silenciosa ciudad blanca que sólo habla a quien la sabe escuchar y
que escoge al Kraken como símbolo mientras canta la canción Abrazado a mi tristeza de Fito y los
Fitipaldis.
Menos mal que con los
rifles
No se matan las
palabras.
Total:
¡Una Vitoria y una novela de película!
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