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diumenge, 28 de setembre del 2014

Bohumil Hrabal (2011) Jo he servit el rei d'Anglaterra. Barcelona: Proa

Servir el rei d'Anglaterra o a l'emperador d' Etiòpia imprimeix caràcter i més si es té perspicàcia per captar que l'increïble es pot convertir en realitat, com en té el protagonista i narrador Jan Dité.
Dité és un jove i pobre cambrer de Praga que abans de la II Guerra Mundial rep lliçons de gent com un poeta que era com un àngel blanc i que col·leccionava els exemplars del seu llibre com el gras viatjant col·leccionava bitllets. El murri protagonista aprèn a col·leccionar diners per aconseguir el seu somni: ser propietari d'un hotel singular. Ho aconsegueix després de sobreviure al nazisme casat amb una militant i fent equilibris per no ser considerat traïdor, encara que la procedència dels  diners sigui ben fosca.
L'arribada del comunisme li prendrà el seu somni i, un dia quan anava a donar menjar als coloms, símbols sorneguers d'elevació, li obrirà els ulls a una altra mena de vida:
"... em sentia com Saül que, en caure del cavall, Déu se li va aparèixer... i vaig obrir la cortina de vuit-centes ales bategants com si obrís les branques caigudes d'un desmai i vaig sortir d'aquell plomall per agafar corrents el carret amb els dos sacs de veces i les cassoles amb restes de verdura, els coloms van seure al meu damunt i jo, submergit en un núvol de coloms amb ales bategants, a poc a poc arrossegava el carret cap al pati." P. 222.
L'increïble es torna a fer realitat i torna a casa amb el cap ple de colors. A partir d'ara els successius destins que accepta com si fossin un camí de penitència i alliberament, el converteixen en un estoic panteista que alliçonat per també exiliat professor de francès aconsegueix tenir més experiències de la màgia de la realitat com el moment en que escolta la música d'un arbre.
"... el professor em va dir que aquell no era un avet corrent, sinó dels que ressonen, i a tall de prova, va treure de la bossa un diapasó, el va colpejar contra l'arbre i, efectivament, l'instrument va sonar d'una manera tan bonica... Emetia sons en cercles concèntrics de tots els colors, i posant l'orella sobre el tronc, sentia tonalitats celestials. " P. 236.
Però, les lliçons del vell professor serveixen per alguna cosa més:
"...saber-se expressar bé us eleva a la categoria d'ésser humà, deia el professor de francès, jo vaig enderiar-me per escriure tot el que m'havia passat." P. 262.

Això sí, sense renunciar al seu particular sentit de l'humor i al to col·loquial que fa viva la escriptura i el fa cloure com si ens hagués estat explicant un conte amb: "En teniu prou? Doncs ara sí que plego."

dijous, 18 de setembre del 2014

Juan Marsé (2011), Caligrafía de los sueños. Barcelona: Lumen


La mirada adolescente de Ringo va desvelando los secretos del mundo gris de los años 40, a la vez que recrea la infancia del niño Juan Marsé. Como se ha repetido estamos ante su novela más autobiográfica, pero desde el principio se nos invita a fundir en una gran síntesis vida y literatura porque "lo inventado puede tener más peso y solvencia que lo real, más vida propia, más sentido, y en consecuencia más posibilidades de pervivencia frente al olvido." P. 11.
Por esto son inolvidables los magistrales personajes de la novela. Por eso el padre, que no podía llamarse de otra manera: Pep o padre putativo, es un matarratas que no lucha contra la peste negra sino contra las ratas azules que ostentan una araña roja a modo de divisa en el pecho.
El personaje que lleva por nombre el del pintor Josep Maria Sucre lo explica con claridad al describir el aislamiento del país gobernado por una rata de cloaca rodeada de yugos y de flechas como arañas y de canciones azules.

La capacidad simbólica marca también el colorido, viveza y olores que impregna los ambientes. Destacan los caminos que no llevan a ninguna parte: los carriles de tranvía inútiles ante los que se tiende la señora Mir o los tres peldaños esculpidos en la Montaña Pelada que serán testigo de su desgracia. Espacios cerrados como la Barcelona que se contempla desde el Cotolengo que "se tiende hacia el mar como agua encharcada y sucia." Parece que el único que puede evadirse sea Pep, el rey de la patraña.
Ringo también es a su manera un rey de la patraña que se reinventa en las "aventis" que cuenta a sus amigos, en su sueño de ser concertista de piano, en sus tormentosas relaciones con Violeta, en su nombre:
"Mi nombre es Domingo (...) pero de pequeño me quitaron el do, la primera nota de la escala musical, y se quedó en Mingo, que no me gusta nada. Nombre mutilado, como mi dedo, y cambié una letra, una solo, y desde entonces hay que buscarme en las praderas de Arizona, lejos de este cochino barrio." P. 181.
La vida de Ringo se quiebra al sufrir la mutilación del dedo que trunca, como a tantos truncó la exitencia la guerra,  su proyecto de ser pianista. Tiene que reinventarse y allí están los libros y las películas para ayudarle y pasar de contar aventis a la escritura.
Si de la música aprendió la disciplina y el valor de la belleza, ahora, proyectará este aprendizaje en los conatos de escritura entre los que destaca la carta ficticia a la señora Mir. Empieza a entender el valor de las palabras, a comprender la semejanza entre fumigar y conspirar y a jugar con ellas.
Eso es lo que hace magistralmente Juan Marsé. Me fijo solamente en la forma esperpéntica de describir personajes. La señora Mir: "un merengue amoroso", Quique Pegamil: "boca mellada, cresta de pájaro loco", su padre tiene las manos "de piel de lagarto", las chancletas de la furtiva Violeta "bajo el pálido marfil de los talones desnudos, restallan en el mosaico". Hay algo de teatral en esta novela que ha tenido su aceptable adaptación al escenario en: Adios a la infancia. Una aventi de Marsé

Ringo crece y sus ojos interpretan la realidad y empieza a teclear en la máquina de escribir con los dedos impregnados con el olor del café del obrador donde trabaja por la noche. Está buscando reinventar la realidad para que perviva, es un oficio como el de orfebre, está haciendo caligrafía de sus sueños, está aprendiendo y su reencuentro con el cojo amante de Victoria Mir le ayuda a no creer en las apariencias, El cojo exjugador de futbol Alonso se presenta ahora como un fauno y Violeta como una lolita,  pero Ringo ya ha descubierto su camino porque "empezaba a trenzar fabulación y memoria en sus tanteos con la escritura."P. 266.


Esto sólo es un esbozo de la gran riqueza simbólica y metafórica de esta novela de múltiples registros: valiente, sarcástica y tierna sin sensiblería.  Un mundo literario con vida propia. 


diumenge, 14 de setembre del 2014

Donna Tartt (2014) El jilguero. Barcelona: Lumen


Theo, narrador y protagonista, presiente en las campanas de las iglesias "una nota sombría (...) una sensación de fatalidad propia de un cuento de hadas." P. 1.

Las comparaciones con los cuentos fantásticos se repetirán, como si el miedo infantil que estos relatos despiertan sea semejante al terror que sufre el protagonista y que sólo un talismán puede conjurar. El talismán es el cuadro de Carell Fabritius, El jilguero. Esta pequeña maravilla le une al espíritu de su madre que era:

"elegante, briosa y brillante como un caballo de carreras" y llevaba "el pelo recogido en una coleta a la altura de la nuca como algún noble de La historia de Genji.

Novela psicológica de la escritora japonesa Shikibu. Siglo XI

Un ser principesco que desaparece trágicamente y le deja como herencia la capacidad de captar y disfrutar de la belleza artística.

Pero hay otro pequeño talismán para ser reconocido, como en los cuentos tradicionales. Se trata del anillo que le entrega el moribundo abuelo de Pippa, que:  

"tenía un extraño poder que me anclaba en mi estado a la deriva y me aislaba del mundo que me rodeaba..." P. 95.

El anillo servirá de prenda para entrar en el lugar donde todo "parecía ir bien" y que será su refugio.

"Paredes de color canela, gotas de lluvia en los cristales de las ventanas, un vasto silencio y una sensación de profundidad y distancia, como el barniz sobre el fondo de un cuadro del siglo XIX" P. 143.

La tienda de antigüedades de Hobie que será su hogar. Pero para conseguirlo, tendrá que superar varias pruebas: dejar la neutra asepsia en la que se deja mecer en casa de Andy que "era como un planeta sin atmósfera", irse a vivir a California con su padre, bajar a los infiernos con su amigo Boris y regresar en un viaje iniciático y fantasmal a Nueva York.

Todas las angustias y terrores se soportaban mejor con la visión del cuadro:


"Lo saqué rápidamente del paquete y me vi envuelto en su resplandor, algo casi musical, una dulzura interior que resultaba inexplicable más allá de una profunda y vibrante armonía de la rectitud, del mismo modo que el corazón te palpitaba lento y segura cuando estabas con alguien con quien te sentías protegido y amado." P. 295.

Retorna a su hogar con Hobie, su mentor,  restablece relaciones con la familia de Andy, y vive unos precarios momentos de plenitud exultante que pronto se descubre que están sustentados en arenas movedizas. Mientras, sueña con tener el cuadro a buen recaudo y convertido en un avaro obsesionado fantasea: "con una habitación escondida como la de Barba Azul con la temperatura controlada y cerradura de combinación." P. 490.

Reaparece el genial Boris "el pillastre de Oliver Twist" y todo su mundo vuelve a quebrarse, pero lo que parecía un caos se convierte en orden y el bien sale por chiripa "por alguna puerta trasera."

En un momento de desazón Theo intenta borrar una mancha comprometida de su abrigo con una pastilla de jabón en vano "como el criado impotente de un cuento de hadas condenado a llevar una tarea imposible antes del amanecer o morir." P. 665.

Y así será, cuando el orden empieza a reinar, Theo o Potter, como le llama Boris, expiará sus culpas limpiando lo que ensució, ordenando lo que desordenó y dándose cuenta de que existen objetos mágicos:

"el cuadro es el secreto que hizo que me elevara por encima de la superficie de la vida y que me permitió averiguar quién era yo." P. 727.

También ha aprendido que todos los cuadros son un autorretrato y escribe desde esta dignidad de quien, como El jilguero de Fabritius, se niega a desaparecer y se coloca a cierta distancia de la realidad para observarla:

"Por eso he querido escribir estas páginas tal como las he escrito. Porque sólo adentrándome en la zona intermedia, el borde polícromo entre la verdad y la no verdad, es tolerable estar aquí y escribir esto." P. 734.

Esto es lo que enseña el arte través del tiempo: "a hablar con nosotros mismos, a salir de la desesperación entonando una canción." P. 734.